La última clase de Intervención
me hizo reflexionar mucho sobre la cuestión tratada. El tema central clase fue
el desempleo como factor de exclusión social, el cual me interesa mucho debido a la
importancia que está cobrando en la actualidad debido a la crisis financiera.
En el sistema capitalista es mucho el valor que tiene el trabajo como modo de
producir, de crear beneficios. Para la gran mayoría de la población, además el
empleo es el elemento a través del que obtienen la renta para vivir, supone un
entorno de participación y socialización, de promoción del desarrollo personal
y colectivo. En definitiva, el trabajo estable supone un importante factor de
inclusión, aunque no el único sí determinante en muchas ocasiones.
El
mercado laboral está en continuo cambio, lo que produce graves desajustes en la
sociedad, tema que se retrata en la película de “Los lunes del sol”. Nuevas
formas de producción, cambios tecnológicos y en la estructura económica hacen
que la demanda de empleo no se corresponda con la oferta, así como que se
produzca destrucciones de puestos de trabajo y se dificulte la incorporación de
personas con poca empleabilidad. Estos procesos tienen consecuencias muy
negativas a nivel personal, en el sentido que paulatinamente estas personas
sufren una privación de bienes y recursos, un deterioro de sus capacidades
profesionales y también esta condición de “desempleado” les afecta a su
personalidad y autoestima (como ocurre en la película de “Los lunes al sol”).
La situación de crisis económica que estamos viviendo en estos momentos está
destruyendo un importante número de empleos y cada vez son más las personas que
se encuentran en riesgo de exclusión social, por lo tanto también es un
problema con consecuencias a nivel social. Y me planteo ¿si estas situaciones
están tan sujetas a factores estructurales, qué podemos hacer desde la
Educación Social para intervenir y prevenir la exclusión social?
La
respuesta quizás la encontremos en “la formación”. Lo que entendí de la
explicación de Jose es que la formación actúa como una especie de “colchón” que
puede proporcionar recursos por mínimos que sean que impedirán que una persona
viva una situación extrema de exclusión y necesidad. Así pues, entiendo que las
acciones para la inclusión deben ir encaminadas a fomentar formación a lo largo
de la vida, dotando a los colectivos más vulnerables (personas con
discapacidad, personas inmigrantes, jóvenes…) de una serie de herramientas para
su inserción y por otro lado, también promocionar la formación en sectores
emergentes de la economía. Pero estas acciones deben ir acompañadas de
políticas de las Administraciones Públicas para garantizar una renta mínima y
un acceso adecuado a los servicios básicos. A mi modo de ver está sería a
grandes rasgos la manera en la que habría que afrontar las consecuencias de la
crisis económica en el ámbito del empleo en los próximos años.